The unhappy ending
Fue extraño verte de nuevo. Era una fiesta a la que ninguno estaba invitado pero a la que ambos decidimos ir. Nos presentó un amigo de tu amiga. Yo sonreí y antes de que dijera tu nombre interrumpí: “Sí, creo que nos hemos visto antes”. En ese momento empezó a llover.
No hablamos en toda la noche y jugamos a no encontrarnos sin perdernos de vista. Pasaban las horas y se cruzaban confusos los recuerdos. En mi memoria una y otra vez esa mañana en la que no hubo buenos días. Esa mañana en la que busqué a tientas tu cuerpo somnoliento acostado junto al mío y pensé que si no estabas –que no estabas– al menos la guerra habría terminado.
“La dulzura no me sienta bien” fue tu respuesta el día que nos conocimos. Recuerdo ir directo a por ti, decidido a llevarte conmigo. No fue amor a primera vista porque ninguno veía nada. Demasiadas copas para entender que aquello que no supe decir en ese momento ya se diría solo por la mañana. Esa noche empezó la locura por unos labios que quemaban, como un sol en una boca, y que todas las madrugadas me volvían a hacer caer desde donde quiera que estuviera. Al día siguiente, espalda contra espalda, dijiste que me mordiera la lengua que no tenías prisas por creer, me dijiste que tú podías confiar tanto como engañar. Sin ninguna capacidad crítica nos agarramos a unas promesas en peligro de extinción.
“¿Cuánto rato debería quedarme?” preguntaste mientras te vestías. “No te preocupes que me iré yo primero” contesté consciente de que a partir de ese día ya nada sería lo mismo. Salí y te dejé sola en la habitación en la que me hice mayor. Ya sabes que el error fue pensar que después de aquello aún podíamos elegir algo.
Tú fuiste eso que yo tanto deseé, por eso te di lo que te di, por eso no siento haberte conocido. No siento que todo se acabara, lo único que siento es que no haya nada ya que salvar. Ni que decir.
La fiesta seguía su curso y yo solo quería acercarme a ti y ser suficientemente valiente pare confesarte que lo que de verdad aprendí es que una vez superas esto ya no vuelves a mirar atrás. Me hubiese gustado ofrecerte una copa pausadamente, alargando el gesto, para recordarte que no es nada más que tiempo –y una cara bonita– lo que perdiste conmigo.
Y si lo piensas ahora te das cuenta de que yo elegí sentir y tú no pudiste elegir nada. Que sentir nos venía grande. Intentamos llegar hondo y ni siquiera supimos entrar, por eso ahora que ya estás fuera de mí se ve la belleza de lo que fuimos. Ojalá pudiéramos decir aquello de “arrepintámonos de nuestros pecados”.
Tú ahí seguías, ajena al tiempo, arropada en una esquina sin evitarme ya la mirada. Te veía conversar con todos y solo podía imaginar que ese momento del que tanto hablábamos llegará algún día y te enviaré una postal para contarte mis novedades desde la casa esa en la que nunca vivimos. La casa abandonada donde empieza la carretera a lo real. Te enviaré postales y te preguntaré si en tu piel de porcelana mi cicatriz acabó pareciendo una simple mota, te preguntaré si finalmente encontraste algo que le saque brillo a la rutina.
Y la fiesta se acabó por fin y sincronizamos nuestros pasos buscando refugiarnos en el mismo taxi. Hicimos el trayecto en silencio mientras cruzamos de norte a sur la puñetera ciudad. Tú pensabas todo el tiempo que yo estaba triste, yo únicamente intentaba recordar tu nombre.
Por eso te escribo, para decirte que al final me fue imposible recordar cómo te llamas y que si alguna vez volvemos a coincidir quizá sería mejor hacer como si no nos conociéramos.
Y es que, como dice la canción, cuando no queda nada por quemar es hora de prenderse fuego.
Life was supposed to be a film
Was supposed to be a thriller
Was supposed to end in blood
But life could be nothing but a joke
A sentimental little con
Where’s my unhappy ending gone?
————————————————————————————————————–
Disclaimer: Lo que acabas de leer no tiene nada de original, es un collage desordenado (y mal traducido) de frases de tres canciones que no puedo dejar de escuchar.
Stars – In Our Bedroom After The War
Por eso este post está dedicado con todo el cariño a @Zaharapop que sin saberlo me descubrió el discazo (y me alegró un domingo) cuando escribió esto. ¡Gracias!
Me encantan los discos en los que todas las canciones cuentas historias y este es uno de ellos: Stars – In Our Bedroom After The War ¡Qué letras!
Y para acabar el vídeoclip…que además hace referencia a Eternal Sunshine of The Spotless Mind (Peliculón!)
Casi me han salido más créditos que texto…que no se pierda el dramatismo…
When there is nothing left to burn, you have to set yourself on fire!!!