Mis héroes

Todo tenemos héroes, todos tenemos necesidad de creer en algo. Aún no he encontrado una excepción. Unos creen en religiones, otros en ideales y hay hasta quienes se creen superiores por no creer en nada, pero todos necesitamos héroes. Así que hoy he venido aquí a hablar de ellos, de mis héroes.

My-Heroes

Durante muchos años mis héroes cantaban, nunca podré olvidar aquel día que con tan solo 13 años le pregunté a mi padre qué significaba la frase: macabro como un pájaro en un desfile, no recuerdo qué contesto pero sé que entonces las frases de Sabina ya escocían tanto como ahora.

A esa época y a ese primer grupo de héroes hay que añadir Silvios, Ismaeles y demás cantautores. Todo ellos me ayudaron a cruzar las tumultuosas aguas de la adolescencia  y me permitieron llegar a la otra orilla más o menos entero. Y con las ideas muy claras.

Luego hay un hueco de unos 6-8  años en el que no tengo muy claro quiénes fueron mis héroes. Me atreveré a decir que algún jefe que tuve y algunos escritores aquí y allá. Fue una época de cierto letargo o quizá incluso de cierta felicidad encontrada. No sabría decir. Sí que recuerdo con claridad que un día parado en un semáforo volviendo de mi tranquilo empleo una frase de un acabado Carlos Goñi me hizo cambiar de vida, de trabajo y hasta de ciudad. La frase decía “todo aquello que ya sé que no seré” y ahora siete años después conseguí hacer casi todo aquello que creí que jamás llegaría a hacer y no paro de preguntarme…¿y ahora qué?

Corre ya el 2013 y como digo los desafíos que me marqué entonces: viajar, triunfar, conocer, aprender, olvidar…están casi todos ya cumplidos. Repito… ¿y ahora qué? No abriré este melón hoy aquí pero sí que me debe servir para decir que si conseguí cumplir aquellos “sueños” quizás es porque no eran los “sueños” adecuados. Por eso he de volver a mis héroes, a mirar qué ha conseguido la gente que de verdad admiro. Y la gente que hoy admiro no son mi jefe, ni nadie de mi entorno laboral, son gente que me descubrió internet. Son muchos pero me limitaré a resaltar especialmente a tres:

El autor de Diario de un Downshifter porque me marca claramente el camino de lo que no quiero ser aunque cada día me acerque más a ello. Porque hay que tener muchos cojones para hacer lo que él hizo y porque escribe como me gustaría hacerlo a mí. Si puedes intenta leer esto y quedarte igual. Éste, de todos los blogs de internet, es el que más daño hace. No por lo feo que es –que es un rato- sino por lo identificado que me siento en algunas cosas. Duele.

Luego está el grandísimo Rafael Fernandez (Ezcritor) que es un héroe porque nadie escribe como él, porque sus novelas son jodidamente únicas y porque es un ejemplo claro de que perseguir tus sueños no es ninguna utopía. Ahora vive en Asturias (razón aquí), en frente de una playa y junto a la mujer que ama. Pasa los días escribiendo, o intentándolo y, aunque tiene más altibajos que una mujer en días de regla, es un maravilloso loco entrañable, simpático y con hechuras de genio. Por eso es, sin lugar a dudas, uno de mis héroes: un superman moderno con los calzoncillos por dentro. Por cierto, si puedes cómprale un libro, yo recomiendo empezar con “Un bebe”.

Por último un tremendamente admirado Hernán Casciari, éste es también un buen loco. Alguien que un día se sienta con su amigo de toda la vida e imagina un proyecto tan inverosímil como posible (Orsai) y lo hace realidad. Alguien que escribe cosas como ésta. Alguien así se merece entrar a hombros al particular Olimpo de mis héroes. Su revista me hace siempre reír y llorar, pocas cosas lo hacen. Así que  haga lo que haga Hernán yo apuesto por él. Hasta el final. 🙂

Hay más, como un desparecido Eddi Vansie  que me ganó solo con el título de su blog. Un reconvertido Javier Malonda que no tengo muy claro dónde tiene el norte ahora pero que también fue y es un héroe, pese a que no comparta su actual visión, ni acabe de comprender qué le ve al PNL. Y no se me puede olvidar al enorme Matt Harding que dejó de programar un día para irse a dar la vuelta al mundo. Seguro que hay muchos más que tienen los suficientes huevos para vivir la vida que quieren pero éstos son los que yo sigo. Estos cabrones cada vez que escriben algo, por poco que sea, consiguen darme una bofetada de realidad de la que siempre tardo un par de días en recuperarme.

¿Y cómo le cuento esto a la gente con la que tomo café? ¿Cómo saco este tema de conversación entre cervezas un viernes por la tarde después de la oficina? No puedo. No funciona así.

Por eso vengo aquí, a seguirles a escondidas, a “stalkearles” en la distancia, por si acaso un día acumulo el valor (o las razones) suficientes como para seguir sus pasos.

Mientras seguiré leyendo, escribiendo y autoconvenciéndome de que otro futuro es posible. Porque todos necesitamos creer, todos necesitamos héroes y éstos son los míos.

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