Emborrachate

Hay que estar siempre borracho. De eso se trata todo: es la única cuestión. Para no sentir la horrible carga del Tiempo que vence tus espaldas y te inclina hacia la tierra, hay que emborracharse sin tregua.

Pero ¿de qué? De vino, de poesía o de virtud, de lo que queráis. Pero embriagaos.

Y si alguna vez, en las gradas de un palacio, sobre la hierba verde de un foso, en la sombría soledad de vuestro cuarto, os despertáis, disminuida ya o disipada la embriaguez, preguntad al viento, a la ola, a la estrella, al ave, al reloj, a todo lo que huye, a todo lo que gime, a todo lo que rueda, a todo lo que canta, a todo lo que habla, preguntadle la hora que es; y el viento, la ola, la estrella, el ave, el reloj, os contestarán: “¡Es hora de emborracharse! Para dejar de ser esclavo martirizado por el Tiempo, emborrachate, ¡emborrachate sin cesar! De vino, de poesía o de virtud, a tu gusto.”

Charles Baudelaire, 1864 [incluido en Pequeños poemas en prosa]

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