Pasa el tiempo y seguimos sin hablar, la bilis amarga de los primero días deja paso a un vacío al que empiezo a acostumbrarme. Ya solo me sonrojo en los semáforos cuando recuerdo las tonterías que te dije o lo torpes que fuimos con los mil primeros besos.Creía que teníamos todo el tiempo del mundo para conocernos y no pude estar más equivocado.
No corrí por tus caderas ni tuve prisa en encontrar la combinación secreta de tu deseo. He de reconocer que hasta me gustaba equivocarme contigo, creer -por un momento- que teníamos que volver a aprenderlo todo. Como si tú fueras la primera chica y yo para ti el primer caballero.
Al final perdí la cuenta de las noches que estuvimos juntos y solo sé que nos quedó faltando una, que no sería la última sino más bien la primera. Esa todavía nos la debemos. Y es que hoy me desperté con el antojo de un cuerpo que ya casi ni recuerdo. Echando de menos algo que nunca tuve. Desnudarte en mis sueños es más fácil que en aquella habitación donde empezamos a perdernos. Pero si volvieras esta noche no me quedaría más opción que correr y saciar mis ganas de ti por si no hay próxima vez, por si el olvido le gana la guerra al deseo. Por si la razón vuelve a venir a jodernos el porvenir.
Y es que hoy intenté acostarme con tu recuerdo y hasta él me rechazó.
¡Qué puta es la memoria!